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Elegancia, locura y decisión es lo que transmite. "PACHA IBIZA FRAGANCIAS"
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Perfecto balance de especias, aromas y sabores que reflejan lo más representativo de la cultura culinaria asiática. "SABOR, INOVACIÓN Y ESTILO ES LO QUE DESCUBRES EN DAO"
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Once you go art, you never come back…
http://theguiltycode.com/alejandra-barreiro-once-you-go-art-you-never-come-back/
viernes, 10 de junio de 2016
reseña: BESAR AL DETECTIVE de Élmer Mendoza
BESAR AL DETECTIVE
Élmer Mendoza
Élmer Mendoza nos trae de regreso las vicisitudes del Zurdo
Mendieta, en donde este Detective que conoció la luz, con Balas de Plata en el 2008, y que también fue retomado en La prueba del ácido (2010) y en Nombre de perro (2012); regresa con un
nuevo asunto por resolver, empero este nuevo misterio es personal.
A lo largo de la novela el Zurdo Mendieta tiene un soundtrack
para cada momento propicio y a ritmo de rock en inglés, va en su Jetta azul
meditabundo en una posible solución, frente al misterio que le acaece en su
vida laboral o incluso amorosa.
Desde el inicio las situaciones se van conformando y el
lector queda atraído con el homicidio de un conocido adivino y sin importar no
haber conocido las anteriores novelas que pertenecen a esta saga, el autor nos
va poniendo en contexto acompañado de una ágil prosa que nos lleva de la mano;
para después quedar totalmente enganchados.
Debido a que los rencores, venganzas y todo ese pandemónium que
su trabajo de Detective implica, lo lleva a un embrollo laboral; debido a una
particular lealtad con la capisa del pacífico que lo pone en jaque.
Confundir un beso tronado largo, que le envían
telefónicamente, con un saludo juguetón de una de sus nuevas conquistas y que
le alegraban el día con el simple hecho de recordar e imaginar volver a tener
ese sensual y bien torneado cuerpo de Edith entre sus manos; pero que en
realidad era una advertencia de lo que le estaba por ocurrir como una cruel
vendetta, pero que en realidad los que parecían buenos lo llevaban a las
últimas consecuencias para delatar el paradero de la capisa, ayudados por
una misteriosa peliroja de descomunal
belleza.
El Zurdo Mendieta esta entre los fichados debido a su amistad
con la capisa, Samantha Valdés, y ha pasado de cazador a perseguido, pero lo que
ahora le importa es salvar a su hijo Jason que ha sido víctima de una confusa
transacción con apariencia de venganza al mero estilo culichi y que lo ha
obligado a reunirse con un viejo amor y madre de su hijo para remover pasiones.
Donde el lector se sorprende de igual forma que el Zurdo
Mendieta por el poder del cartel, los asesinatos y venganzas están a la orden
del día, ya sea de un alto funcionario, un adivino por líos de faldas, o de un
viejo amigo de la infancia del Zurdo Mendieta.
En esta novela no todo es tragedia, sino que posee un
singular sentido del humor y de crítica social, donde cualquier parecido con la
realidad es mera coincidencia; ya sea por medio de diálogos entre personajes (soliloquios) donde
hacen notar la situación actual del país, o bien con desdoblamientos de un solo
personaje; como lo son las charlas internas entre el Zurdo Mendieta y “su
Cuerpo” que en ocasiones terminan en fatales discusiones donde se reprime el
uno al otro, para dejar libres las pasiones carnales.
un cuento donde rueda el arte
Alondra había tenido un día
muy ajetreado en el trabajo y la verdad no quería ir al bar en el que se había
montado una exposición y que fungía como galería esa noche y durante el mes en
curso; detestaba las inauguraciones de las galerías de arte en general y creía
que todos los asistentes eran unos esnobs pretenciosos.
Pero lamentablemente ya
había quedado con su amiga Marcela, de acompañarla y se sentía realmente
enroscada/atrapada porque era de prometer poco y cumplir mucho ya que
para bien, o para mal, fluía la amistad desde quinto año de primaria que se
conocieron en un colegio católico al sur de la ciudad; donde las soledades se
unieron e hicieron más llevadera la estancia en dicho colegio que era internado
también; ya que tardaban meses en volver
a ver a sus padres y se sentían hostigadas por las monjas que eran “el ejercito
del buen comportamiento y las buenas costumbres” como ellas las llamaban.
Alondra estudiaba Física y
por lo tanto su forma de ver las cosas era muy pragmática, se desesperaba en
estos eventos pero como era parte del trabajo y proyecto personal de Marcela le
demostraba su apoyo moral a esta diletante de las artes que colaboraba con
varios artistas plásticos emergentes y algunos reconocidos.
Es así como mientras Marcela
estaba ocupada charlando con algunos curadores de arte y posibles compradores;
Alondra deambulaba por la galería y para su sorpresa se encontró con su amigo
Samuel; un viejo amigo que no veía desde hace seis años. Samuel era un joven judío
alto y atractivo que se dedicaba a la veterinaria y había llegado a la galería
por invitación de una amiga.
Tras ponerse al corriente de
sus vidas con Alondra y comentar lo sorprendido de lo que había visto en
Facebook hace algunos meses, lo cual Alondra le confirmo que estaba
comprometida (aunque no usara el anillo de compromiso, pero que evidentemente
Samuel ya lo había visto en las redes sociales).
Samuel le conto que pintaba
como hobby y se sintió anonadado ante la obra en exhibición, al saber que el
pintor era un joven de 32 años autodidacta, según le había comentado su amiga
que lo invitó a la exposición y sentía la necesidad de hablar con él y pedirle
algunos consejos; se fue en su búsqueda.
Alondra fue al tocador, se
sentía un tanto cansada por todo el ajetreo social, era una chica tímida en
apariencia, pero ella en realidad se definía más como “selectiva”, se lavó la
cara y busco entre su bolso un Anapsique,
sin percatarse de que al extremo del lavabo había un hombre observándola, hasta
que él le dijo que: el consumo de los ISRS (Inhibidores selectivos de la
recaptación de serotonina) a la larga, como todo, pasa factura; pero que estaba
tentado a aceptar uno. Alondra hizo un pequeño mohín de fastidio y para sus
adentros maldijo esa moda de hacer/tener los baños y lavabos unisex y corridos.
Le dijo que nunca le ofreció nada, pero que entendía perfecto lo necesario que
podía llegar a ser y que solo le quedaba un Tafil
a falta de Anapsique, el joven
desconocido rió y dijo que ya los había dejado, pero la inquirió por el nivel
de estrés que tenía para adquirir la galana costumbre de traer más de uno y por
lo visto distintas marcas y funciones.
Al salir del tocador Alondra
le dijo que no era muy agradable conversar en los baños y mucho menos apropiado
meterse en los asuntos de los demás, pero que estaba terminando la carrera en Física,
que trabajaba desde hace dos años en una investigación para la universidad y
aunque amaba su carrera, tenía días insufribles como ese lo había sido, pero
que tenía que asistir puesto que había quedado con una amiga y se sentía
totalmente enroscada/enganchada en el compromiso de seguir ahí por un rato más.
El joven le pregunto por su
amiga, pero Marcela no estaba a la vista, a lo cual el joven le dijo que
entendía perfecto el sentimiento de no querer sentirse unido a otro objeto en
un plano inclinado por movimiento helicoidal alrededor de un eje o bien, en
términos coloquiales “sentirse enroscado/atrapado.
Alondra levanto la ceja
izquierda un tanto sorprendida por el dominio del argot de este hombre,
empleando términos que eran específicos y que solo hacía con sus colegas. Sus
meditaciones se vieron interrumpidas por el joven; ya que para seguir la
conversación le pidió su opinión sobre la exposición; a lo cual ella respondió:
La gente que ve un dibujo en alguna revista o periódico piensa automáticamente que es cómico, porque es una
caricatura. Si lo ve en un museo o galería piensa que es artístico; y si lo encuentra
en una galleta de la suerte, piensa que es una predicción, empero, reconozco
que la obra está plagada de ricos recursos estéticos y con una fantasía
simbólica, articulado en una escritura inmemorial; aunque algo o un tanto
perturbadora.
El joven dijo: ¡Qué
interesante reflexión para haber mezclado ansiolíticos con vino!. Ya que al
seguir la conversación afuera del tocador mixto, había notado el pasar de varias copas por ella en tan pocos minutos, mientras
que él solo bebía agua mineral; a lo cual Alondra respondió que: no podía
esperar a ser una anciana para que su alcoholismo fuera socialmente aceptado y
que en alguna ocasión un profesor le dijo: “Tomo medicina para la artritis. Si
no lo hiciera, no podría vivir mi vida de la manera como lo necesito”. No
existe ninguna diferencia en tomar antidepresivos para la depresión; o bien veo
el uso de mis medicamentos como un yeso; por ejemplo, te rompes la pierna, así
que utilizas un yeso como apoyo para que pueda sanar; combinas eso con terapia
física para fortalecer tu pierna y regresarla a un punto saludable. Puedes
hacer lo mismo con los medicamentos antidepresivos. Tómalos, combínalos con
terapia, y, luego, a medida que resuelvas las cosas. Trabaja con tu doctor para
llegar a un punto al que no necesites tomar la medicina más.
Sin duda el no refuto dicho
argumento; posteriormente al móvil de Alondra, le entro una llamada que no
podía ignorar y Alondra tuvo que excusarse con el joven; ya que estaba
esperando esa llamada; el joven sonrió y le dijo: no te preocupes, huye sin
mirar atrás de esta necedad que tu amiga te ha hecho pasar. En la línea
telefónica era su prometido notificándole que acababa de arribar a la ciudad.
Al volver para despedirse ya
no vio al joven y lamento el no saber su nombre, tras una amigable charla que
hizo más llevadera su estancia en dicho sitio, lo que se le hizo curioso es ver
en la entrada “Los hombres y las mujeres están sujetos a pasiones violentas,
igual plebeyos que nobles; chicos y grandes.” Damián Rodarte; con un singular
patrón de colores y pensó que era el ególatra del artista, lo cual agradeció
infinitamente no conocer a tan peculiar y seguro petulante sujeto, recordando
que Marcela, en ocasiones le contaba de las excentricidades de algunos; como el
día que tuvo que demorar una inauguración durante dos semanas porque la vidente
de una escultora le decía que esperara al día propicio y que fuera en noche de
luna llena en la que se alineaban los planetas.
Alondra se despidió de
Marcela a la que no le encantó la idea de que su amiga se marchará, pero le
agradecía infinitamente el esfuerzo de haberse quedado más allá de cinco
minutos; puesto que sabía lo insufrible que ello le resultaba a, Alondra.
Ya era fin de semana santa,
su prometido había comprado boletos para ir al estado de Oaxaca, ya que era uno
de los sitios imprescindibles que debía conocer en México; tras preparar su
equipaje y esperar el uber que los llevaría al aeropuerto.
En Oaxaca tras una
degustación de mezcal de pechuga y caminar por las calles, deciden entrar a una
casa museo en la que la entrada decía Gabriel Macotela, era obra local, pero en
un salón más adelante había mucha gente y se prohibía el acceso; al parecer
estaban montando más obra. Su prometido se excusó para ir al tocador, mientras
que ella se espera sentada en la fuente que esta al centro del patio de la
casa.
Ahí creyó ver al joven de la
galería en el salón en el que trabajaban, pero después desistió de la idea
creyendo que era el exceso de alcohol y que los mezcales ya le habían hecho
efecto.
Al volver al hotel a su
prometido le había caído pésimo la comida local mexicana y le causo alergia; por
un buen rato no quería saber nada del tasajo ni del mole. Tras tomar
medicamento se quedó dormido, Alondra se fue a caminar por las calles y al
llegar al mercadito entro a una chocolatería que está justo en la esquina, de
la cadena “El Mayordomo” recordó que a pesar de no consumir café, el chocolate
de ese sitio le asemejaba la sensación que te produce un buen café americano; así
que entro por una malteada de dicho chocolate oscuro; en la fila se llevó la
sorpresa de reencontrar al joven de la galería que le dijo: creí verte en la
casa de Gabriel Macotela de espaldas y ella le conto lo mismo pero creyó que
eran los efectos del alcohol.
Caminaron por la plaza,
fueron a santo domingo y conversaron sin ni siquiera preguntarse sus nombres;
charlaban como si se conocieran de toda la vida; hasta que se hizo de noche y
tuvieron que despedirse, ella dijo que tenía agendado ir a Monte Albán.
Pasados tres días Alondra es
interrumpida por una llamada de su amiga Marcela que le explica que uno de sus
nuevos talentos tuvo un accidente y que tiene que ir a reconocer el cadáver
antes de notificarle a su familia en Guadalajara; que justo el percance fue por
la carretera de Oaxaca, Alondra, sin dudarlo le dice que la espera ahí.
Al ver a Marcela, Alondra la
abraza y le dice: Soy esa amiga que te dice "te lo dije", pero
tampoco quiere que llores, seguro es otro de esos artistas que siguen de fiesta
salvaje y él seguro se lo busco, así que quiero que te empoderes y que sigas
como la mujer fuerte que siempre has sido.
Marcela le explica que el no
consumía drogas, ni siquiera alcohol o una aspirina, que lo había dejado hace
mucho, al llegar a la morgue le explican que el joven en cuestión había sido
víctima justamente de alguien que conducía a exceso de velocidad y que se había
consumido cantidades industriales de alcohol y que estaba en disposición de las
autoridades correspondientes; al levantar la sabana Marcela aprieta fuertemente
la mano de Alondra, a la cual para su sorpresa era el joven de la galería y
Marcela confirma el nombre de Damián Rodarte, al mismo tiempo que Alondra queda
anonadada de dicha situación. Recordando lo que decía en la galería Macotela justo
donde confirmo verlo el día de la chocolatería.
“El valor de las cosas no está
en el tiempo en que duran, sino en la intensidad con que suceden, por eso
existen momentos inolvidable, cosas inexplicables y personas incomparables.”
reseña: MACHO VIEJO de Hernán Lara Zavala
MACHO
VIEJO
Hernán
Lara Zavala
Alfaguara
Creo que hay dos tipos de
novelas, las que nacen para entretener y
las que nacen para hacerte pensar y Macho Viejo es una de ellas, pues
está colmada de enseñanzas que en ocasiones pasamos por alto y como bien dice el
viejo adagio: de que nadie escarmienta en cabeza ajena, creo que en esta novela
si lo logras con las reflexiones de Ricardo Villamonte y así utilizar sus
vivencias para crecer e ir definiendo su carácter y no guardar rencor.
Con tremenda astucia
narrativa y con un trasfondo simbólico fortísimo, Hernán Lara Zavala nos
sumerge en la vida del Medico Ricardo Villamonte; en el cual, dicho personaje
va a realizar su servicio social a Puerto Marinero y algo que aparentemente
parecía de paso redefinió su destino y modifico su forma de ver la vida.
Una noche, una noche sin luna y
desnuda, una noche oscura, profunda y refulgente, sintió la presencia del agua,
de la tierra, del espacio y del tiempo, el latir de los cielos a través de sus
astros y de sus estrellas, y le pareció entender el significado del matrimonio
entre el cielo y el mar, entre el planeta Tierra y el resto del universo […]
Tuvo entonces una gran revelación: el cielo no había sido creado para observar
a las aves sino para admirar el universo […] y sintió algo inexpresable,
infalible, inefable: la sacralidad de saberse vivo, de ser parte del universo,
de reconocerlo y agradecerlo, algo que se nos revela sólo en contados momentos
de la vida.(Lara, 2015: 41-42)
Hernán Lara Zavala es un
escritor intuitivo, un observador del alma que no interpone referencias
literarias entre su mirada y la realidad, exaltando su narrativa con una prosa
poética donde la cuestión metafórica es recurrente en cada una de las
reflexiones del Macho Viejo.
Dicen que en la vida hay siempre una
ola al acecho, fuera o dentro del mar, y que cuando llega el momento nos
arrastra, nos zarandea y puede aniquilarnos. Esa ola puede nacer en cualquier
lugar y viaja tersa y silenciosa hasta que llega a su destino. (Lara,2015:
15-16)
Desde el inicio hasta el
fin, no hay una sola linea recta. Solamente es posible una cosa: el aprendizaje
y la experiencia porque bien dicen que la experiencia no es lo que te pasa,
sino aquello que haces con lo que te ocurre y el libro de Macho Viejo está
plagado de enseñanzas y consejos de vida, que sin intención de proponérselo
(según el autor en una entrevista realizada en la XXXIV Feria del libro de
Tijuana, publicada el 21 de mayo del 2016 en el portal de youtube), está muy bien logrado al rescatar las
enseñanzas de vida:
Amor
como el que le tuvo a su esposa Rosa:
Hacer el amor es uno de los mejores
regalos que recibe el ser humano durante la vida. Y no existe mejor prueba de
que amas a una que desear permanecer a su lado después de hacer el amor sin
aburrirte ni querer huir, con el deseo de seguirte comunicando con ella para
saber qué pasa por su mente en busca de la comunión interna.(Lara, 2015: 140-141)
La moraleja que le dejo a
Judith sobre el alcohol: “Nunca se te olvide que el alcohol es
hablador, pendenciero, echador y alcahuete”. (pág. 111), o al inicio de la
novela cuando relata que los hombres se agarraban a machetazos o en duelo
impulsados por diferencias insulsas que eran nubladas por dicho elixir de la
Diosa Mayahuel (que era lo único que se encontraba por el lugar: mezcal y
cerveza); que por cierto eran muy frecuentes esas emergencias.
“Los verdaderos hombres no se matan así
como así sólo porque se les pasaron las copas. Si no saben beber, pa qué
chingaos toman. Guarden sus pistolas y lárguense a sus casa a curarse la peda.
[…] Cuánto daño hace el alcohol cuando no se toma como los hombres” (Lara,
2015: 23)
Inexperiencia
juvenil y vaya que
aprendió a la mala, debido que al relatar su amistad con su amigo marino, Ciro
le costó la vida por su indiscreción, dándole las coordenadas a Jonás para ir
por el animal. “¿Por qué cuando uno es
joven le gusta alardear de cosas de las que luego uno se arrepiente? […] Uno no
mide el peligro que acarrea la indiscreción” (pág. 87)
Amistad
como
la que mantuvo con Papá David, que era de respeto y enseñanza, ya que todos son
maestros en esta vida, pero sobretodo valorar esa sabiduría que solo te da la
experiencia, te hace reflexionar sobre el valor de los ancianos y que en la
actualidad se ha perdido ese respeto por las personas de la tercera edad; en la
novela nos cuenta como la gente de Puerto Marinero le daba un lugar vital
dentro de su micro-sociedad a Papá David, tanto que al pasar se quitaban el
sombrero y le besaban la mano. “la
auténtica amistad es un arte, y un arte muy delicado. Conservar una amistad es
cuestión de aprecio, respeto mutuo, esfuerzo, paciencia y tolerancia”. (pág.
136)
Sexo
como la tremenda situación del Gavilán
Pollero y cuando le dice: “muy hombre
no es el que tiene muchas mujeres, sino el que tiene una y la tiene feliz y
contenta” (pág. 120)”,
Patanería al
ponerle un estate quieto a un sujeto que lanza piropos diciéndole: “Recuerde, amigo, que lo importante con una
mujer no es lo que se le grita en público sino lo que le dice en privado”.
(pág. 98)
Enfermedad: “Siempre he creído que la salud es como el
dinero: se usa cuando hay y cuando
empieza a escasear se empieza a administrar y se ahorra […] cuando se pierde el
tiempo la muerte no es un acto de Dios sino el triunfo de la negligencia.” (pág. 138 y 140)
Bravuconería en
la cual no nos tenemos que comparar con alguien más ya que saldremos ganando y
perdiendo.
Con los huevos bien puestos o no,
juntos se habían ido a la chingada. Así es la ley de la vida: siempre habrá
alguien más bragado, más diestro o con más suerte para que luego la muerte, que
está siempre al acecho del que se cree más pintado, nos recuerde que al final
no hay regreso y todos, tarde o temprano, estamos condenados a perder.(Lara,
2015: 24)
Vejez en
la que su vitalidad física se ha ido desvaneciendo y la añora no solo para sus
actividades de buceo o sexuales, sino que en actividades ya más elementales;
esto me recordó a “Adiós a los Padres” de, Héctor Aguilar Camín, en
donde el único placer que le queda a su tía y madre cuando son ancianas es el
placer de comer.
Y bueno que decir del
fortísimo lazo que existe con los animales
y la naturaleza: “Amar al entorno significa ser parte de él”
(pág. 42)
…Ciro se alejó junto con las otras
aves. Al verlo desaparecer, Macho Viejo se preguntó si no hubiera sido mejor
haberse quedado con él, metiéndolo en una jaula y dándole de comer diariamente,
pues así tendría asegurada su supervivencia. Pero se disuadió de que más valía
que el animal se atuviera a su suerte en plena libertad a mantenerlo vivo en
prisión. (Lara, 2015: 40)
Esta
historia junto con la de su caballo Trueno, su amigo Isaías y la de Lucero en
la noche de muertos nos da esa doble mirada hacia el verdadero acto de amor y
que no hay mejor libertad para darle ese ser, que hacerle sentir que puede ir
donde quiere y volver cuando quiera. Lo hará pero conforme te quiera más, se
irá cada vez menos y volverá cada vez.
Lo
curioso es que creo un lazo con un animal de tierra, aire y agua. Esto es muy
interesante con un lado místico y gnóstico como cuando encontró su unión con el
universo.
El
autor condensa en el personaje de Ricardo Villamonte, el espíritu de una época
atemporal donde las personas pueden equivocarse, pero los personajes siempre
hacen lo correcto y Hernán Lara Zavala lo sabe. Su misión es ser ellos hasta el
último aliento.
“Ay, Macho Viejo, si
hubieras sabido entonces lo que sabes ahora” (Lara, 2015: 67).
FUENTES
DE CONSULTA
reseña: CAFÉ CORTADO de Mónica Lavín
CAFÉ
CORTADO
Mónica
Lavín
La historia se desarrolla en
dos lugares y fechas muy distantes, a principio del siglo XX y a finales del
mismo; entre una playa sardinera en Santander-España y un poblado cafetalero en
el soconusco de Chiapas-México.
Dónde la realidad y la
ficción se van conjugando de una manera tan armoniosa y voluptuosa que hacen de
la lectura un balance perfecto como un mismo café cortado, puede lograr.
Un joven abogado que al
principio va más que renuente a investigar los inicios de una empresa naviera,
se ve envuelto en medio de su investigación en una historia inconclusa que por
medio de la imaginación trata de llenar los espacios vacíos que el tiempo y la
historia no pudieron preservar.
Diego estaba excitado por la idea,
como si él hubiese sido quien hiciera la liga. Tomó la pluma. Fermín no había
podido escribirle una carta a Ángela, él lo haría. Hizo el teclado a un lado y
buscó su pluma elegante de abogado. Las cartas se escribían a mano. […] Diego soltó
la pluma conmovido. Le gustaba la palabra tuyo. Ser de alguien, curiosa manera
de la pertenencia del alma. (LAVÍN, 2001:155-156)
Pero no solo eso, sino que
él se empezó a apropiar de los personajes y sus vivencias, de hecho con las
personas que convivía (cuando lograba salir de su encierro) las hacia parte de
este juego, indagando en el alma de la humanidad para colmar a sus personajes
de dicha realidad.
-¿Una mujer se acostaría con un hombre
aunque no lo desee?, ¿sería ella quien lo propusiera? […]
-Soy Chabelo – suavizó Diego.
-Y yo…
-Margarita […]
-Tú quieres hacer el amor conmigo pero
no me deseas- le indico Diego.
-Sí me gustas.
-Soy Chabelo y soy feo y pobre y
resentido. […] Recuerda: no quieres pero te vas a acostar conmigo y me vas a
hacer creer que me deseas. (LAVÍN, 2001: 129-130)
Nuestro personaje inicial
(Diego) que tiene una breve historia y que se desenvuelve intercaladamente, al
final de la novela nos da ese golpe inesperado del como su realidad ya está
colmada por ficción y sus personajes que le evocaron esa insospechada
inspiración.
Diego camino por las calles en
penumbra. La cabeza aturdida de amor ajeno. Él sabía cómo acababa la historia y
no tenía más remedio que serle fiel a su imaginación. […] Le hubiera gustado
tomarse un café con el periodista. Le hubiese dicho que lo admiraba. Frente a
él caminaba un hombre con tacones rojos, meneaba el trasero visiblemente
varonil. Arreció el paso. Le toco el hombro. ¿Gumaro? (LAVÍN, 2001:199)
El juego de desencuentros,
donde los que se aman no se acercan y los que se desprecian sí lo hacen, pone
en jaque la felicidad de Ángela, Miguel, Ingrid y el escritor inicial de la
historia; Fermín, ya que de no haber sido por él en sus constantes dedicatorias
a Ángela, no hubiese desatado la inconmensurable curiosidad de Diego Cabarga,
por saber qué ocurrió con estas personas que habían vivido a principios de
siglo y hacerlo regresar a México y en específico: el Soconusco para oler,
sentir, observar y merodear los mismos sitios en los que sus personajes basados
en personas reales, habían transitado.
Que para la sorpresa del
joven abogado, se fue a topar por azares de la vida al bisnieto de Ángela y
Miguel Islas; que también quería conocer el lugar que colmaba de historias su
infancia y su vida familiar relatada por su abuelo, que en ayuda de una sola foto,
logro dar con El Chorro, con este
final en el que Diego Cabarga deja su cometido inicial en Santander y que al
principio detestaba, se torna en una pasión por relatar esa historia de amores
y encuentros inconclusos.
Mónica Lavín hace una
descripción del soconusco tan detallada, que te apetece estar ahí y que a pesar
de imaginar ese intolerable calor, estarías dispuesto a ceder por los
platillos, los aromas, las texturas e imágenes visuales de los cafetales, es
una polifonía narrativa, simplemente exquisita.
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